Renunció Gustavo González a la presidencia de la Cámara de la Flota Amarilla de Chubut, cargo que venía ejerciendo desde fines de 2019. La dirigencia empresaria de la CAFACh fue una de las principales responsables del fracaso de esta temporada de langostino en Rawson. Decisiones desacertadas en el proceso de negociación demoraron el comienzo de la zafra que se postergó hasta los primeros días de diciembre de 2023.

La ‘flota amarilla’ se puso al frente de la trinchera de un conflicto que no tenía el sector armatorial, sino que se circunscribía a tres empresas de estibaje, y que asumió como propio en la controversia pública con el SUPA. Independientemente de las derivaciones judiciales con denuncias cruzadas, de las 17 empresas de estiba que hay en todo Chubut, solo esas fueron las que no firmaron la paritaria.

Lejos de lo que sucedía en gobiernos anteriores donde toda la operatoria portuaria y pesquera, además de las decisiones de administración, la tomaba un grupo empresario y las ejecutaban disciplinados funcionarios, desde el 10 de diciembre pasado algunas cosas cambiaron.

Con un conflicto de apenas tres empresas que paralizaba a todo el puerto, hizo que el Gobierno provincial autorizara el ingreso de nuevas empresas de estibaje que empezaron a operar en los muelles privados, y se comenzó a descomprimir la situación; el dato no fue anecdótico, algunos lo leyeron como un cambio de época, porque desde el Ejecutivo se promovía la desregulación y la libre competencia entre privados en un puerto que durante años era discrecionalmente manejado por un puñado de empresarios.

Después vino el conflicto con el STIA con medidas de fuerza en las plantas de procesamiento, CAFACh junto a CAPIP, pidieron al Gobierno que se dé por finalizada la temporada de pesca de langostino. Por el contrario, la orden política impartida a la Secretaría de Pesca fue mantener abiertas aguas provinciales a pesar de los insistentes llamados a funcionarios; otro fiasco de la dirigencia empresaria.

El ‘lock out’ patronal fracasó ya que empresas independientes retomaron la actividad y barcos no asociados de la CAFACh salieron a pescar, haciendo caso omiso a las sugerencias de la cúpula empresarial. En cuestión de días la mayoría de los barcos amarillos y artesanales retomaron la zafra de langostino. A esta altura ya se había perdido el mes de febrero.

A todo esto, el plan de intervenir el SUPA y remover a la conducción se diluyó, al no haber apoyo político, y tras la resolución judicial del último sábado de liberar a los miembros de la comisión directiva de ese sindicato; en una puja que claramente no tiene nada que ver con lo salarial.

Tras cartón, en la víspera, el Gobierno de Chubut, por medio de la Secretaría de Trabajo, aplicó otro duro revés a la CAFACh, al darle la razón al SOMU en cuanto a un reclamo de actualización salarial por inflación, lo que obliga a la flota amarilla a pagar el concepto producción a razón de $918,90 el valor del kilogramo de langostino.

El SOMU inició medidas, el que no paga, no sale. Otra vez los asociados a la cámara se vieron perjudicados. Mientras los enrolados en la entidad están todos en puerto, hay en este momento una docena de embarcaciones pescando langostino al norte de Isla Escondida.

Una concatenación de eventos habría precipitado la decisión del presidente de la CAFACh de dar un paso al costado en forma abrupta, y como es de forma, se aducen razones particulares.

Consultada una fuente del círculo estrecho del gobernador Ignacio Torres, respecto a si “¿el Gobierno le soltó la mano?”, la respuesta fue categórica: “El Gobernador nunca le sostuvo la mano”, aportó como definición gráfica sobre las relaciones entre el poder y el nucleamiento empresario.

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