La atípica temporada de langostino en aguas de Chubut sigue dejando tela para cortar. En medio de las discusiones salariales, un grupo de plantas de procesamiento plantearon que no están en condiciones de afrontar el año en base al acuerdo paritario que firmó la cámara signataria con el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación.

En el sector no pasó desapercibido que el vocero y cabeza visible del nucleamiento sea Luis Santander, quien justamente está denunciado por evasión de aportes patronales y de la seguridad social, y su empresa de estibajes Trekan de Comodoro Rivadavia está en conflicto desde hace meses por no firmar la paritaria del año pasado y por deudas laborales.

Ese grupo de empresas que tienen plantas de procesamiento, denominadas chicas, radicadas en Trelew, Rawson, Puerto Madryn y Comodoro Rivadavia se juntaron hace más de un mes en Trelew preocupadas porque no son tenidas en cuenta al momento de la discusión de los acuerdos salariales por parte de la Capip, y consideran que por sus características deben tener un convenio diferencial al resto de las grandes plantas de procesamiento de pescado de Chubut.

Posteriormente, quien salió en nombre de ese grupo de plantas fue la Cámara Empresaria de Pesca del Golfo San Jorge, y el propio Luis Santander adujo en un comunicado que 18 empresas estaban enroladas en esa entidad, lo cual generó fricciones ya que no habría sido lo acordado, en función de salir a plantear públicamente la problemática que tienen estas PyMEs de la pesca.

“Nos juntamos con la idea de hacer causa común y mostrar que nuestras plantas no pueden pagar lo que firma Capip con el STIA, pero nunca se habló que íbamos a ser todos miembros de la cámara del mono”, confió uno de los empresarios que inicialmente estuvo en la reunión de Trelew, pero ahora toma distancia de quién aparece como autoproclamado líder sectorial.

“No nos sirve que en nombre de nosotros salga a pedir cambios en los Convenios Colectivos de Trabajo alguien que está denunciado por no hacer aportes, tiene su empresa parada y tiene que sacar los barcos a descargar en otra provincia”, puntualizó un empresario que inicialmente se había sumado a ese grupo, que ahora ya presenta grietas internas.

Fricciones entre las empresas que piden cambios en el convenio con el STIA; roces con el vocero del agrupamiento.

El planteo de las denominadas plantas chicas no deja de ser legítimo, atento a que tienen realidades y ecuaciones diferentes en cuanto a la estructura de costos, aunque en rigor el reclamo llegó extemporáneo porque ya se había firmado el reajuste que implicó un bono no remunerativo de un poco más de un millón de pesos.

Ahora analizan buscar otro interlocutor, que no esté denunciado por evasión fiscal y de aportes de la seguridad social, ni aparezca con recibos de sueldo de empleados fallecidos hace cuatro años.

Al parecer esta situación generó malestar dentro del grupo de plantas que se habían juntado para negociar mejores condiciones para sus empresas y para poder sostenerlas, aunque estarían buscando que quien los represente tenga un menor lastre.

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