La temporada de langostino se reactivó en Chubut, nadie sabe por cuanto tiempo, pero se reiniciaron las actividades. Después de un mes de idas y vueltas finalmente se terminó firmando un acuerdo, en lo salarial en valores bastante parecidos a lo que pidió el Sindicato de la Alimentación desde el inicio.

Aunque en el acuerdo aparecen cuestiones por demás novedosas. Se trata de un convenio donde se negociaban salarios y se terminaron imponiendo exigencias que hasta están por encima de la actual normativa laboral que es la Ley de Contrato de Trabajo.

En el segundo párrafo del primer punto del acuerdo se estableció que “el sector Empresario se obliga a no materializar despidos individuales, plurindividuales o colectivos, sin expresión de causa; sin previamente recurrir a un mecanismo alternativo de solución de conflictos, y audiencias de conciliación voluntaria u obligatoria, dándose un tiempo adecuado para dar respuestas y resolver los planteos en sentido adecuado”.

Es decir, se imponen exigencias que ni siquiera están hoy la normativa laboral; por caso que una empresa resolviera aplicar un despido sin causa y resolverlo en función de lo que dice la Ley de Contrato de Trabajo, ahora primero deberán pedirle permiso al sindicato. Una cláusula que sin dudas causó “ruido” hacía adentro del sector empresarial, ya que este era un acuerdo que debió estar circunscripto a ítems de actualización salarial. Lo cual fue leído como un antecedente peligroso.

Superado el conflicto cabe analizar también el rol que cumplió la autoridad laboral provincial, en función de los incumplimientos de la conciliación obligatoria y sus prórrogas.

Antes que se paralizara la actividad, el jefe sindical arengo a sus afiliados, en la calle afuera del STIA de Puerto Madryn, a que dejen entrar el pescado a las plantas para que después se les pudra. Y así fue. Las empresas recibieron la mercadería de los barcos de Rawson y empezó el paro encubierto, con asambleas de tres horas, trabajo a desgano y toneladas de langostino, es decir, toneladas de alimento, terminaron en la basura.

Además de esa acción hubo posteriores hechos de violencia en una de las empresas hasta donde se movilizó el sindicato, que mereció denuncias policiales y en la fiscalía. También hubo impedimentos de salida de camiones con contenedores de exportación.

Prácticas y metodologías que el gremio ha venido aplicando desde 1995, cuando Luis Núñez asumió en el STIA, y a la postre se evidencia que les sigue reportando resultados.

En este contexto, la Secretaría de Trabajo de Chubut a pesar de los reiterados incumplimientos de la conciliación, la continuidad de las medidas de fuerza encubiertas, no aplicó ningún tipo de sanciones o apercibimientos. “La Secretaría de Trabajo, en este nuevo Gobierno, como en los anteriores, ha sido una escribanía del STIA”, razona alguien que desde hace años sigue las alternativas de cada negociación que se da en el sector.

En plena conciliación apareció un dictamen de la delegación Trelew a molde del sindicato que después fue rebatido por otro, pero a esa altura, el denominado ‘punto G’, que era el que determinaba que se impondrían sanciones disciplinarias a los empleados que dejaron pudrir la mercadería, terminó quedando afuera del acuerdo.

La mecánica del apriete de poner en peligro y terminar tirando a la basura toneladas de alimentos no puede continuar siendo ‘la fórmula’ para conseguir mejoras salariales. La pasividad cómplice de la Secretaría de Trabajo termina convalidando como Estado que esto continúe sucediendo.

No obstante, también la dirigencia empresaria deberá poner las barbas en remojo y replantearse la forma y estrategias de cómo encara las negociaciones, ya que durante décadas viene fracasando sistemáticamente, porque los resultados siempre terminan siendo los que la parte sindical impone. No hay negociación, hay imposición.

Por otro lado, parar la temporada desde las plantas y la flota, sin la convalidación del Gobierno, no representó un aleccionamiento para que se reencausara la negociación. Por eso después se fueron desmarcando empresas y barcos y retomaron operaciones.

Reflexiones que dejan el reciente proceso en el que perdieron todos. Las empresas no lograron torcer las medidas de apriete para negociar y se tiraron a la basura toneladas de langostino. Los trabajadores perdieron un mes de temporada, que ni siquiera logrará ser compensado con el aumento conseguido, y lo notarán en el bolsillo cuando finalice la zafra. Y el Estado también perdió ingresos porque durante más de un mes toda la cadena económica de la pesca estuvo casi totalmente paralizada.

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