Cierra el mes de junio y se presentan indicadores por demás complejos en materia comercial para la especie langostino salvaje y austral en sus mercados tradicionales. El estancamiento de precios asociado a una demanda amesetada no es un escenario que se haya visto en años anteriores, en forma tan marcada.

Cuando ya inició el verano europeo y en momentos que no hay capturas regulares de Pleoticus muelleri, según revelan los comerciales de diferentes empresas del sector, no se percibe un interés específico de los habituales clientes, lo cual da una pauta de que el esquema comercial del langostino enfrentará nuevos desafíos.

China desapareció como mercado para el langostino argentino, respecto con años anteriores, y ese mercado claramente se volcó por el camarón de cultivo y productos sustitutos a los que se faenan en Zona FAO 41.

La sobreoferta existente de Vannamei inundando los mercados, sin dudas ubica a los productos de Pleoticus muelleri en una posición desventajosa; siendo el L1 congelado a bordo el único que puede hacerse lugar solo porque hay nichos de mercado que lo siguen pidiendo y no lo reemplazan por otros. Pero las tallas más chicas del langostino argentino tienen una competencia feroz de los productos de cultivo.

La inversión y desarrollo de la acuicultura ha incluso ido mejorando su propia oferta, con un gambón con menor carga de antibióticos en su proceso de crecimiento y con la mejora de las tallas, cuestión que no habían logrado hasta ahora.

Está claro que el Vannamei ya dejó de ser un peligro para el langostino salvaje y austral, sino que se ha transformado en una competencia directa en determinadas tallas y en determinados mercados específicos.

Nadie duda que el langostino patagónico no tiene nada que ver con ese producto de cultivo, pero hoy el mercado está abarrotado de estos sustitutos ejerciendo cada vez más presión sobre el marisco que crece en forma natural en el mar argentino.

La industria pesquera argentina del sector del langostino no ha logrado elaborar estrategias conjuntas eficientes para instalar a nivel global que el Pleoticus muelleri es un producto diferencial. Todo quedó en manos del mercado y la realidad es que el consumidor final es quien siempre tiene la potestad última de elección,

A nivel comercial, ya no se puede utilizar la misma estrategia para colocar el langostino patagónico en el mundo, salvo nichos puntuales donde la demanda de algún producto específico se mantiene invariable. El sector sigue sin diseñar estrategias conjuntas para lograr diferenciar este producto premium del de cultivo, cuyo crecimiento es geométrico en cuanto a volumen y esa sobreoferta se traduce en tracción de precios a la baja.

También es cierto que hoy pensar en productos de alto valor agregado es imposible con el actual esquema de costos de producción, con el nivel de derechos de exportación y con los elevados aranceles vigentes para entrar a la UE.

Cuando la disponibilidad de langostino de cultivo era menor, los clientes europeos estaban al corriente de cómo evolucionaba semana a semana la pesquería en aguas argentinas. Varias de las cadenas de comercialización del producto final dejaron de comprar contenedores y fueron comprando por palets de acuerdo al nivel de ventas y demanda en góndola o restaurantes.

Los hábitos de consumo han ido mutando, el veredicto de compra lo tiene el consumidor final que hoy tiene frente a sus ojos y frente a su bolsillo un creciente abanico de productos alternativos.

Esta demora en el inicio de la pesquería de langostino en aguas nacionales, a nivel comercial, podía provocar que ante el faltante de Pleoticus muelleri el precio experimentara un sensible repunte, pero eso no se está verificando.

Y, aparece un riesgo latente, que es que esos espacios que no se están cubriendo en el mercado sean reemplazados por otro tipo de productos. Una variable que puede llegar a trastocar aún más el negocio del langostino argentino tal como se lo conoció años atrás. El mercado manda y la vertiginosidad de la dinámica comercial obliga a estar atentos a su evolución, mientras en Argentina aún está en duda si este año habrá o no temporada de pesca en aguas nacionales.

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